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Ummm, rectifico, soy madre de un adolescente inatento que está en segundo de bachiller...
Lo siento, creo que debo rectificar mi pensamiento de madre criticona dispuesta siempre a ver primero, lo malo.No, me tengo que esforzar más y cambiar el chip. Tengo que relativizar en estos momentos tan duros, para él también lo es.
Qué importante es el pensamiento positivo, aunque no me brote a la primera !!.
Comienzo : soy madre de un adolescente que además de ser inatento, lleva encerrado en casa 10 días, y consigue estudiar 4 ó 5 horas al día, a su ritmo (lento, como casi siempre, pero seguro..).
Es un gran logro para él y para todos. Además, está desplegando todo su talento creativo como tiempo de ocio. Y por todo ello, le estamos venga a animar.
Qué importante es para él que le animemos así.!! Es que está haciendo lo que muchos adultos ahora mismo, no son capaces de hacer : tomando los mandos de su vida en momentos difíciles!!!
Los primeros días estaba como desaforado ya que no era capaz de asimilar lo que estaba ocurriendo y las consecuencias que esta pandemia estaba trayendo. El, un adolescente, no comprendía pero vimos que muchos adultos tampoco.
Ya se está haciendo a la idea, como los demás, y está medio resignándose, medio incorporando a su pensamiento que cuando el encierro acabe, tendremos que seguir con medidas excepcionales, que muy pocas cosas van a ser igual y que ya veremos...
aunque ese pensamiento le provoque cierta desazón y no quiera reparar en ello. No le culpo, yo tampoco.
Todos estamos aprendiendo mucho sobre nosotros mismos y sobre los demás en estos días. Yo he aprendido que este adolescente TDA es un tío grande que se está preparando para esta carrera de fondo que es la vida.
Bizkaia, marzo de 2020.
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*Nos ha llegado esta carta y con permiso de su autora la compartimos en redes para el disfrute y la reflexión de TOD@s.
Estamos juntos en ESTO.
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¡Nos gustaría recibir la tuya!

CARTA DE UNA MADRE DURANTE EL CONFINAMIENTO (COVID-19)
Tengo un hijo Adolescente con TDAH, de más de 20 años, pero la convivencia con él sigue siendo como la de un adolescente.
Hoy es el día 11 de cuarentena y creo que al fin he comprendido que tengo que cambiar mi forma de comunicarme y comportarme con él. ¿Cómo es posible que yo lleve 10 días haciendo lo mismo, viendo que todo va mal y no cambiar mi comportamiento? ¿Es que acaso espero que el que cambie sea él?
Yo que soy una persona sin ningún trastorno (reconocido al menos) resulta que lo que pretendo es que cambie mi hijo sin cambiar yo absolutamente nada en mi comportamiento. Esto es de locos. Para intentar resolver esto tenemos que cambiar los dos, pero la iniciativa la debo llevar yo.
Hoy le voy a sorprender. Voy a entrar en su habitación y le voy a dar los buenos días con un beso y un “Te quiero mucho hijo, levántate, que tienes que desayunar y jugar 30 minutos al FORNITE”. En este momento va a pensar que estoy loca, que he bebido desde por la mañana, que la cuarentena me está afectando a mi también...... “Hoy todo va a ir bien” le diré.
Lógicamente luego tendrá que ponerse a hacer sus tareas, por supuesto, pero por lo menos hoy ya habremos empezado la mañana con una sonrisa y con mensajes positivos.
Por la tarde le pediré que haga algo que sé que va a hacer bien. Le felicitaré y será una nueva inyección de positividad y motivación.
Si va bien perfecto. Hemos empezado un buen camino. Si por el contrario no ha sido buena idea, quizás tengamos que seguir pensando qué hacemos, cómo mejoramos, cómo le motivamos, Lo que está claro es que ALGO TIENE QUE CAMBIAR.
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Con permiso de su autora os dejamos aquí esta carta que hemos recibido.
Much@s nos vemos reflejad@s en ella.
Nuestra idea es compartir esta experiencia que estamos viviendo porque estamos junt@s en ESTO TAMBIÉN.
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MI HIJO, SU TDAH Y YO. TODO VA A PEOR…¿O NO?
Me he parado a pensar en los motivos por los que se montan unas broncas terribles en mi casa con mi hijo con TDAH. Me he dado cuenta de que cada vez que llegamos al límite(lloros, portazos, gritos...)la discusión ha empezado por el motivo más peregrino. En ese momento te preguntas cómo hemos llegado a ese nivel de discusión y desesperación solo porque no ha hecho la cama.
Me he preguntado si cada vez que no obedece a la primera, ni a la segunda y llegamos al límite ¿ha mejorado algo que justifique esa bronca o por el contrario todo va a peor? la relación con mi hijo, su estabilidad emocional, mi paciencia, mis nervios, mi fuerza para enfrentarme a la próxima…la respuesta correcta es que TODO VA A PEOR.
Entonces me pregunto ¿por qué sigo actuando de la misma manera si no hay ninguna consecuencia positiva ni para él, ni para mí, ni para nuestra relación? ¿Es que no aprendo de mis errores?
PROPÓSITO: Cuando no obedezca no voy a discutir con él, ni a gritar. No sirve de nada. Voy a decírselo bajito, voy a mantener la calma y entonces él estará más receptivo. Si aún así veo que “tiene ganas de bronca” no lo va a conseguir, no voy a entrar en su juego. Si le da una pataleta, pues que se desahogue él solo, ya se le pasará y luego vendrá como si nada habría ocurrido, y ese será el momento de repetir con una sonrisa: “Recoge los juguetes, xfa que enseguida es la hora de la guerra de cosquillas en esta casa”
¿Solo así ya he arreglado todas las dificultades? Por supuesto que no. Esto no es una película de Disney. Ni ha desaparecido su TDAH, ni mis nervios, ni las situaciones críticas...pero hay algo que sí ha cambiado a mejor: la crispación, los gritos, los portazos, todo eso que solo hace que empeorar las cosas, que nos debilita, que nos desgasta y sobre todo, que nos aleja al uno del otro. ¿Y tú?
¿Puedes intentar no gritar? ¿Puedes intentar no discutir cuando sabes que no es el momento, que no te está escuchando?
¿Puedes intentar decirle las cosas con una sonrisa, con un beso si hace falta?
¿Puedes relajarte y tratar de disfrutar de los momentos buenos?
¡SEGURO QUE PUEDES! aunque esto no sea una película de DISNEY

CARTA DE UNA MADRE DURANTE EL CONFINAMIENTO (COVID-19)
Hoy es el 7º día que despierto a mi hijo (adolescente con TDAH de más de 20 años) con un mensaje positivo: “Te quiero mucho hijo, levántate que tienes que desayunar y jugar 30 minutos al FORNITE”. Ya no se extraña, ni me mira como si estuviera loca como el primer día que se lo dije. Sencillamente hace lo que le digo: desayuna y juega. No voy a negar que intenta alargar los 30 minutos, por supuesto, pero `para eso estoy yo, para poner límites y recordarle que ya ha pasado el tiempo. “Ahora toca hacer la cama, limpiar tu habitación y recoger los platos del lavavajillas”. Se queja pero lo hace.
Son las 11:00 y todavía no hemos discutido. Ha habido conatos, claro que sí, pero hago como que no oigo lo que no me interesa. Por dentro llevo mis nervios atados con una cuerdita y por fuera parece que todo va bien. “Anda, acaba de recoger el lavavajillas que luego ya tienes tiempo libre el resto de la mañana. ¡Qué bien me viene que me ayudes hijo! Que yo tengo que tele trabajar mientras”.
¿Ya está? ¿Todo solucionado? POR SUPUESTO QUE NO. Mi hijo sigue teniendo TDAH, sigue retándome, sigue con su impulsividad, sigue con su rabia interior, sus enfados, sus subidas y bajadas de esa montaña rusa en la que vive…pero DISCUTIMOS MENOS.
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Si quieres envianos tu vivencia a ahidaredes@gmail.com y con tu permiso la compartiremos. TOD@S JUNTOS MEJOR

LA ETAPA ESCOLAR DE MI HIJO CON TDAH.
En estos días de confinamiento me encuentro a veces pensando en aquellos difíciles momentos. Aquellos que formaron parte de “La etapa escolar de mi hijo con TDAH” y desde la distancia que me da el tiempo transcurrido lo veo así…
…Cuando tenemos un hijo/a con TDAH, es cierto que la etapa escolar es muy dura, pero tenemos que ser conscientes de que es mucho más dura para ellos/as que para nosotros. Me explico:
Además de las horas de clase, les llenamos de actividades extraescolares y de profesores de apoyo para hacer los deberes. Unas jornadas larguísimas en las que acabamos agotados hasta nosotros solo de traerles y llevarles, pero aun así lo justificamos: “Tiene que hacer deporte para quemar su energía, tiene que ir a inglés porque sin inglés no van a sobrevivir en este mundo, además si hace música mejor porque le relaja, y claro, luego una hora cada día en casa con el profesor particular o lo que es peor, conmigo, para que acabe de hacer los deberes. Eso sí, si le ayudo yo a hacer los deberes ya me encargaré durante esa hora de gritarle para que se esté quieto y abra el libro, además de castigarle por no haber traído la agenda a casa”. ¿Así creemos que nuestros hijos son felices? ¿O es que solo queremos que sean listos y lleguen a lo más alto?
Por alguna extraña razón creemos que tienen que poder con todo eso teniendo en cuenta que pensamos que no les importa aprobar, ni presentar los trabajos y deberes a tiempo. En eso estamos muy equivocados. La mayoría de las veces esconden la frustración que les provoca invertir más horas que sus compañeros para hacer lo mismo, obtener peores resultados y todo ello acompañado de las exigencias que les vamos haciendo tanto el profesorado como la familia: no estudias lo suficiente, no te esfuerzas, no te interesa nada, no te preocupa aprobar, solo pierdes el tiempo en lo que a ti te gusta, como sigas así vas a repetir, con el dinero que nos estamos gastando para en ti, etc.
¿Al final que hace nuestro/a hijo/a? Pues lo que le decimos: no se esfuerza, no aprueba, no estudia o incluso acaba repitiendo curso. Si lo pensamos bien, nuestros/as hijos/as son muy obedientes, hacen lo que les decimos. Ahora que hemos llegado a esta conclusión vamos a cambiar nuestro lenguaje. Les vamos a repetir lo que sí queremos que hagan: “Si sigues estudiando así verás cómo los resultados son mejores” “Si te ocupas todos los días de hacer los deberes te pondrán un punto positivo” “Verás cómo esta vez consigues sacar un nota mejor, mira todo lo que has aprendido hoy” “Estoy muy contenta de que hayas entregado las fichas a tiempo” etc.
Además, si todo eso se lo digo acompañado de un beso y un abrazo, entonces sí que lo va a intentar.
También podemos probar a quitar la carga de la extraescolar de inglés o de pintura, o de lo que quiera que yo me haya empeñado en que haga porque le viene bien, y así quizá tenga más tiempo para hacer deberes, jugar y hasta para ser feliz.
Me pregunto: ¿Por qué intentamos hacer la etapa escolar más dura para ellos de lo que ya es en realidad? ¿Quiero que mi hijo apruebe el curso para que yo sea feliz o que sea feliz aunque no apruebe el curso?
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CARTA DE UNA PSICÓLOGA: CONVIVENCIA EN LA CUARENTENA, ¿UNA OPORTUNIDAD?
A todos nosotros, la cuarentena nos ha puesto en guardia, ha hecho trabajar a nuestro cerebro en unas condiciones insólitas y como a tantos otros, nos ha llevado a lugares nuevos. La convivencia en casa 24 horas al día, 7 días a la semana y sin fecha de normalización, sabemos que pone a prueba vuestra paciencia, vuestra capacidad de adaptación y vuestros recursos.
Es posible que cada día os falten las fuerzas, las ganas y os pueda el cansancio, pero es el momento en que vosotros vais a sacar fuerzas de donde no tenéis, para seguir adelante. Es el momento de los pensamientos positivos, es el momento de pensar en qué cosas podéis hacer solos o con vuestros hijos, para las que antes de la cuarentena, no teníais tiempo.
Seguro que estáis cansados de pelear en la convivencia con los chicos, pero si ponéis en positivo ese pensamiento podréis daros cuenta de la relevancia que tiene en el desarrollo de los niños, el tiempo de calidad que pasan con sus padres, principalmente en la infancia.
Esto, sin embargo, cuenta a su vez con un gran número de complicaciones. Muchos padres por ejemplo están poco acostumbrados a pasar tanto tiempo con sus hijos. Otros esperarán que los niños comprendan las circunstancias, cuando debería ser siempre a la inversa. Muchos más, tratarán de mantener todas sus rutinas como si nunca se hubiese detenido la normalidad en la que vivíamos.
SI LA RUTINA ESTÁ ROTA, intenta conseguir sólo lo mínimo, así que, si cuando intentaste ponerle una hora de levantarse estilo "madrugón de cole para hacer deberes”, te encontraste con que empezabais el día a gritos como el resto del año: prueba algo diferente. Para empezar, podrías ponerte en su piel, después explicarle por qué has intentado que se levantara, y después hacerle partícipe de la solución. Ejemplo: Yaaaa, Jo si a mí también me encanta quedarme en cama por las mañanas, sobre todo si hace frío es un fastidio salir de cama. El caso es que, como padre-madre, tengo que ocuparme de que, ahora que no hay cole, vayas haciendo cosas para que a la vuelta no se te haya olvidado todo, esos son mis deberes! ¿Cómo lo arreglarías tú? ¿Prefieres hacer teletrabajo como amatxu y mandarme cosas por ordenador? Quizá sea mejor por la tarde, así no madrugas tanto...Aunque quizá pierdas la práctica... Para los que puedan mantener la rutina escolar no queráis que hagan lo mismo o más que en el colegio, dadles más margen, dejad que disfruten. Ellos nunca deberían haber tenido el horario industrial de sus padres, dejadles disfrutar la tregua a su infancia. Ahora hay tiempo! ahora haz esas cosas que nunca sueles hacer como por ejemplo contarles cosas de ti cuando eras niño, incluidas las emociones o dejarles hablar durante 40 minutos seguidos de sus historias y solo escuchar y mostrar muchísimo interés...aunque haya que preparar la cena...qué más da, ahora hay tiempo!
Para los que solo quieren estar con la consola Pues bien mirado, es posible que sea una suerte...los consoleros son los que menos van a sufrir esto de la cuarentena. Si no logras atraerlos con un planazo ideado por ti, es que son demasiado mayores, así que tendrás que llegarles con los videojuegos. Di que te aburres, abúrrete a su lado, muestra interés, trata de jugar si te dejan. Pero si no quieres que se pasen el día jugando piensa en cómo te entretienes tú cuando no puedes salir... Dependiendo de la edad la cosa cambia mucho. Si tienes un niño, todavía querrá hacer otras cosas contigo o sugeridas por ti. Si tienes un chaval en modo pre adolescente o más, quizá esté pidiendo respeto en la toma de decisiones en cuanto a su tiempo, esto no va a ser fácil, y en el caso de los adolescentes, mejorar la relación a veces pasa por dejar que se distancien de ti o te marquen límites, hay un momento para decir “déjame pesado” en la vida y un momento para escuchar esas palabras con menos irritación y más comprensión.
Y si lo que les pasa en que necesitan moverse: muévelos, muévete. Pon un vídeo de YouTube con rutinas de ejercicios y hazlo con ellos, pero mete en medio un vídeo de baile donde haya que hacer el tonto y haz adecuadamente el tonto. Esto ayuda a CREAR BUENOS RECUERDOS Los buenos recuerdos son los flotadores a los que vuestros hijos se agarrarán el resto de sus vidas cuando las cosas se tuerzan, así que aprovechad esta tregua y generad tantos flotadores que parezca que van en un gran barco, el barco familiar...¿dónde mejor?. Eso sí, tened en cuenta que en los buenos recuerdos no suele haber comunicación agresiva ni reproches...sólo risas, buen rollo y tiempo compartido.
Y finalmente, ÁNIMO, que lo estáis consiguiendo! y si un día pensáis que no...Haced borrón y cuenta nueva, cerrad los ojos y mañana empezad de nuevo!!!

CARTA DE UNA “AMATXU” SOBRE EL CONFINAMIENTO
Soy una Amatxu cualquiera de AHIDA. Tengo dos hijos mellizos adolescentes de 15 años. La niña con TDAH y el niño no. Os quiero contar el reto que ha supuesto este confinamiento para toda la familia.
Al principio todo fue confusión, miedo y sobre todo caos.
El instituto en casa ¡UF! significó descontrol, broncas, profesores con deberes, más deberes, mensajes de los profesores de cómo no ha entregado, no ha presentado... Le sumamos el WIFI qué no llega, los reproches de todos con todos....
Bueno, ni su aita ni yo llegábamos a todo y en la tele la gente haciendo mil actividades para no aburrirse. Nos sentíamos hasta inútiles y sin saber cómo poder evitarlo.
La comunicación con mi niña era toda en negativo, y entre nosotros también. Sólo existían: el instituto y los deberes.
Hasta que decidí parar, alejarme y asomarme a mirar desde fuera y vi que me había convertido en una PROFE CHUNGA como me dijo mi hija y entonces me puse en sus zapatos y lo vi.
Su TDAH estaba en su mirada insegura, negativa, sin parar y sin llegar a nada y decidimos ir al ritmo que podemos y que sus fallos son sus fallos y sus responsabilidades son sus responsabilidades y nosotros hemos de reconocer que también fallamos.
También he de deciros que he descubierto a mi hijo y todo el dolor que él tenía (y tiene) pues después de muchos años e intentos de acercamiento sin respuesta, en el primer paseo que dimos los dos solos (y que él me pidió) yo sólo le dejé hablar y le sentí y he aprendido lo importante que es dar su espacio a cada uno por separado para que se sientan queridos y únicos.
Espero no haberos aburrido. Yo seguiré peleando JUNTO A ELLOS, junto a la del TDAH y JUNTO al sin TDAH.
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